Es importante saber que el asma se considera uno de los mayores desafíos para la salud pública, pues de acuerdo con estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen alrededor de 235 millones de casos en el mundo. Desde finales del siglo XX ha tenido una considerable presencia y llega a afectar a todas las generaciones, incluso a los infantes.
Se trata de un trastorno inflamatorio crónico de las vías respiratorias, caracterizado por la presencia de episodios recurrentes de ronquidos en el pecho (sibilancias), dificultades para respirar (disnea), sensación de opresión torácica y tos. El tratamiento del asma está basado en la prescripción de medicamentos llamados rescatadores, los cuales promueven la disminución de la inflamación de las vías aéreas de manera rápida, indicados en situaciones agudas y/o en momentos de crisis asmática.
Existe un elemento que ha demostrado tiene estrecha relación con el asma, y es la microbiota respiratoria, también conocida como microbiota pulmonar, la cual tiene una gran riqueza de bacterias; con base en esto, existen estudios que atribuyen un papel fundamental en el desarrollo del asma, lo cual ha provocado que científicos estudien más este microbioma y sus efectos en el sistema inmunitario y la aparición del asma.
¿Qué se sabe hasta el momento? El Biocodex Microbiota Institute ha publicado en su sitio una investigación en la que especialistas provocaron en crías de ratón un desequilibrio microbiano –también llamado disbiosis– exponiéndolos desde una edad muy temprana a alérgenos. Lo que encontraron fue una alteración en el desarrollo de su sistema inmunitario y de sus funciones, estos dos componentes favorecen la aparición de del asma alérgica en un plazo más o menos largo. Este descubrimiento ha sido uno de los puntos de partida para buscar posibles tratamientos enfocados en la salud de la microbiota pulmonar y, en consecuencia, prevenir esta enfermedad.
Para cuidar la microbiota respiratoria, es necesario conocer los factores que la modelan: el clima, la zona geográfica, el hábitat, la convivencia con animales de granja o domésticos, el tipo de parto o la toma de antibióticos antes de los dos años de edad. Provocar un estilo de vida en donde estas condiciones sean favorables para cada persona y su entorno, será clave para generar un sistema inmunitario fuerte y, por tanto, prevenir enfermedades a largo plazo, como es el caso del asma, sobre todo ahora que las complicaciones con el sistema respiratorio se manifiestan después de la pandemia.