La directora creativa Sophie Delafontaine se inspiró en el icónico logotipo del caballo de carreras de Longchamp y en el trabajo del diseñador de interiores francés Pierre Paulin, cuya visión revolucionó los apartamentos parisinos durante la segunda mitad del siglo XX para crear la colección otoño-invierno 21 de la icónica marca.
Dibujado por Turenne Chevallereau, el galopante caballo de carreras Longchamp es la expresión perdurable del dinamismo y el arte de vivir de la marca. Delafontaine citó su enfoque innovador de la línea, la función, el color y el material como complemento del espíritu creativo de la firma. Así, muchos de los looks se muestran una cualidad sensual y envolvente que evocaba las curvas de un sofá Paulin, mientras que el acolchado y las capas son temas destacados. Varias siluetas presentan chalecos acolchados sin mangas en piel de cordero tan suave como la mantequilla, mientras que las blusas de cachemira se usan sobre una camisa de mezclilla y suéteres de cuello alto acanalados de lana estilo años setenta deslizados debajo de camisas, trajes y vestidos.
Destaca una chaqueta de safari negra ceñida sobre un suéter rojo de canalé delgado y el más corto de los shorts cortos blanco, usados con botas de lluvia negras de las cuales asomaban largos calcetines rojos. Tanto la paleta de colores, a la vez ecuestre y esencialmente parisina, como las proporciones se respeten en la propuesta. Para equilibrar este estado de ánimo deportivo, se usan en vestidos midi fluidos o pantalones cortos con botas de tacón hasta la rodilla, que exudan un ambiente eminentemente femenino e ilustran las diversas facetas de la firma.