María Félix, icono vigente en la moda mexicana

Así como Coco Chanel, Marilyn Monroe, o Jane Birkin son referentes para la moda, María Félix dejó huella en el estilo de las mujeres contemporáneas del que aprendemos hasta el día de hoy. Dentro de su legado fue mostrar la importancia de mantenerse siempre honesta con la esencia propia, así como desafiar los paradigmas sociales, mostrándonos siempre orgullosas de la feminidad que llevamos dentro. Por eso aquí te contamos de forma breve la historia de María Félix, La Doña, y por qué es un icono del estilo y la moda mexicana.

La vida antes de «La Doña»

Nacida un 8 de abril de 1914 en Álamos, Sonora, en el rancho El Quiriego, en el seno de una familia de once hermanos siendo sus padres Bernardo Félix Flores y Josefina Güereña Rosas. Él con sangre de indio yaqui, ella hija de españoles y educada en un convento en Pico Heights, California, sus hermanos fueron Josefina, María de la Paz, Pablo, Bernardo, Miguel, Ma. Mercedes, Fernando, Victoria Eugenia, Ricardo, Benjamín y María del Sacramento.

Antes de mudarse a Guadalajara la familia pasaba la vida entre Alamos y el Quiriego, el rancho de los abuelos, allí María prefería jugar con sus hermanos subiendo a los árboles y montando a caballo y otras cosas que solo hacían los muchachos de la familia, se apartaba de los juegos de niña que con sus muñecas y comiditas practicaban sus hermanas.

Pero con quien desarrollaría una relación cercana seria con su hermano Pablo, desarrollándose una gran admiración por parte de María hacia su hermano, lo que fueron juegos inocentes en la niñez empezaron a parecerle peligrosos a la madre que observaba la veneración de que Pablo era objeto por parte de María, y habló con su esposo acerca de enviar a Pablo al Colegio Militar sin entrar en más detalles pues conocía el carácter fuerte de Don Bernardo.

Esa sería la primera gran pena para María pues además de la separación se sintió que quedaba sola en medio de aquellas hermanas que no la entendían, contaba siempre con el apoyo de sus madre pero eso no era bastante para una niña que empezaba la adolescencia. Pero aquella pena se convertiría en un dolor que la marcaría pues Pablo moriría en el Colegio Militar, en circunstancias no aclaradas.

Años después se mudarían a Guadalajara, donde se convertiría en reina de la universidad, para María adolescente ser reconocida como belleza, ser coronada como reina y desfilar en una carroza por la ciudad fue un sueño que se hizo realidad y que continuaría para siempre gracias a su inteligencia, disciplina y férrea voluntad.

Al poco tiempo y para evitar seguir bajo la disciplina de Don Bernardo se casó con Enrique Alvarez, la juventud y la inexperiencia de ambos terminó en divorcio, de esta unión María tuvo su único hijo, Enrique Alvarez Félix.

Después de su separación María se desplazó a la Ciudad de México. Un día, a principio de los años cuarenta el Ingeniero Fernando Palacios la abordó en la calle de Palma y la convenció de hacer una prueba para el cine, ella no lo tomó en serio pensando que más bien el Ingeniero Palacios quería tener una aventura con ella pero una vez convencida que no era así, le gustó el reto y aceptó, de allí en adelante todo sería historia y leyenda.

María Félix en la pantalla grande

Tras ser descubierta por el director Fernando Palacios, quien le hizo estudiar arte dramático; y aunque llegó a la industria del cine por accidente, parecía que era un juego calculado del destino que acababa de crear a una nueva estrella del cine mexicano que dejaría un enorme legado.

El director Miguel Zacarías intentó y logró potenciar aquella apasionada frialdad que caracterizaba sus actuaciones, debutando en el cine en 1942, interpretando la película El peñón de las ánimas, que inició la lista de los filmes en los que compartía reparto con el que iba a ser más tarde su tercer marido, Jorge Negrete.

Pero consiguió su primer éxito importante en La mujer sin alma, un año más tarde, filme en el que tomó cuerpo su arquetipo de mujer bella y altiva. En el mismo año 1943 se le adjudicó el papel estelar de la cinta Doña Bárbara, basada en una adaptación de la obra de Rómulo Gallegos y que la marcaría de más de una manera, pues de ahí proviene su celebre sobrenombre, La Doña, y consolidando el personaje que la convirtió pronto en un mito viviente del cine mexicano.

A lo largo de su carrera La Doña participó en 47 películas hechas entre México, Francia, Italia y España.

Su talento no fue ignorado por los críticos pues obtuvo cinco Arieles, la Diosa de Plata, y por si fuera poco, el gobierno francés le otorgó la orden de Commandeur dans L’Ordre National des Arts et des Lettres, siendo la primera mujer latinoamericana en recibir esta distinción.

Del cine a la moda

La Doña, María Félix, joyería

Las películas la hicieron una verdadera diva del cine de oro mexicano, sin embargo, su trayectoria no paró ahí. Su belleza y talento la llevaron al continente europeo a trabajar con nombres como Jean Cocteau, Jean Renoir, y Luis Buñuel; fue en está época en la que su figura como icono de la moda, sociedad y cultura popular se consolidó internacionalmente.

María Félix estableció su estilo personal en una estética insignia a través de su estilo y piezas atemporales, que se apegaban a su personalidad, así como a los valores y posiciones que defendía. En la moda, encontró un vehículo para expresar y complementar a la perfección lo que ella buscaba representar en la sociedad.

Esta musa mexicana se caracterizaba por vestir con blusas con moños, pantalones pegados, hombreras anchas, sombreros, zapatos sobrios, y abrigos largos. Se dice que en el armario de la diva mexicana se podían encontrar alrededor de 80 pares de pantalones blancos, cientos de suéteres con cuello alto, principalmente en cashmere, en un sin fin de tonos y colores. La Doña, con su impecable estilo, comprobó que menos es más, así como nos dejó pistas sobre prendas indispensables en nuestro armario para vernos elegantes y estilizadas.

Además, contrastaba lo clásico de algunas de sus prendas con la combinación de texturas y estampados, como el animal print. Los trajes típicos mexicanos y el juego con proporciones y siluetas, como combinar vestidos con botas y priorizar las cinturas marcadas son tendencias que María Bonita impuso y que se volvieron clásicos.

En cuanto al diseño, su estilo nació con firmas como Tao Izzo, nombre sumamente importante dentro del diseño mexicano, y Armando Valdés Peza, quien le confeccionó el vestido de novia que usó en su boda con Jorge Negrete.

Estas dos figuras de la moda, fueron cruciales no sólo para atraer los reflectores hacia el diseño nacional, sino también para iniciar la carrera de Félix como un referente al cual mirar en cuanto a estilo y moda.

Fue musa, igualmente, de casas diseñadoras europeas como Givenchy, Balenciaga, Dior, Chanel, Valentina, entre muchas otras, las cuales se inspiraron en ella para crear piezas únicas. Incluso, llegó a mantener relaciones estrechas con diseñadores importantes, como es el caso de Christian Dior, con quien se sabe que mantuvo una amistad sólida, por lo que tenía piezas creadas especialmente a la medida para ella.

Por si fuera poco, la joyería también fue un factor importante en el desarrollo de su estilo personal, tal como la joyería de serpiente o las perlas que adornaban constantemente su cara. Uno de sus momentos fashionistas más icónicos fue cuando llevó puesta al cuello una gargantilla de oro con diamantes en tonos amarillos y esmeraldas que formaban un cocodrilo creado por la emblemática marca francesa, Cartier.

Teniendo bien claro quien era, consiguió también construir una marca personal o un personaje, el propio. “María Bonita” siempre se caracterizó por mantener la clase y gracia mientras desafiaba a la sociedad de su tiempo. Fue la primera mujer en el cine en llevar pantalones. Con el tiempo, María Félix, se consagró como una figura de estilo y del empoderamiento femenino, pues mostró que no tienes que abandonar la feminidad para expresar firmeza; es claro en sus looks clásicos y elegantes, con ligeras notas de extravagancia y masculinidad.

El legado de un ícono

A pesar de su muerte en el 2002, la diva mexicana sigue siendo un símbolo de poder, autenticidad y feminidad en la actualidad. Más allá de su belleza física, María Felix representa a todas las mujeres, sea cual sea su condición, que se superan a sí mismas con tal de alcanzar los sueños más lejanos. Alguien que demostró orgullo en la feminidad y la inteligencia para demostrar carácter y romper todas las barreras.

Además, abogaba por la libertad y la autenticidad; sin dejar jamás que nadie más que ella tuviera voto sobre su imagen. Si algo aprendemos de esta mujer, no solo es su forma de vestir, sino su forma de encontrar orgullo en quien es y mantenerse fiel a eso. Como ella decía:

No te preocupes cuando hablen de ti, preocúpate cuando no lo hagan”.