Hoy en día el mundo produce suficientes alimentos para alimentar adecuadamente a todos sus habitantes, sin embargo, 795 millones de personas aún padecen hambre. En esta situación paradójica más de 1.300 millones de toneladas de comida son despilfarradas en el mundo.
Somos lo que comemos y mantener una dieta sostenible refuerza nuestro compromiso con el medio ambiente. Este tipo de alimentación saludable es rica en verduras, fomenta el consumo de productos locales, genera menos residuos y limita el consumo de carne y pescado para proteger la biodiversidad.
Una dieta sostenible es aquella que reduce el impacto negativo en el medio ambiente. Las recomendaciones para llevar esta dieta incluyen seguir una alimentación con verduras y frutas ecológicas producidas localmente, lo que implica reducir el consumo de productos procesados.
El actual sistema de producción de alimentos es considerado como una de las principales causas que provocan daños ambientales, entre ellos, el cambio climático y la pérdida de recursos naturales. La agricultura por sí sola es responsable de hasta el 30% de las emisiones humanas de gases de efecto invernadero (GEI) y del 70% del consumo de agua.
Es la principal causante de la deforestación, el cambio de uso de la tierra, la pérdida de biodiversidad, así como una fuente importante de contaminación del agua y de consumo de agua dulce. El resto de actividades relacionadas con la producción y el consumo de alimentos, como la cría de ganado, el transporte, el envasado y el desperdicio de alimentos, son también responsables del impacto ambiental.
Lograr una dieta sostenible requiere algunos sacrificios. Por ejemplo, comprar alimentos cultivados a nivel local puede parecer una opción sostenible, pero sólo si los productos en cuestión son de temporada en el lugar donde se compran. Esto se debe a que la energía consumida para cultivar frutas y verduras en invernaderos con calefacción en invierno es mucho mayor que la necesaria para transportarlas desde países más cálidos.
Ya no es novedad para nadie que el planeta en que vivimos se halla bajo un estrés que no había experimentado antes. El ser humano, en lugar de ejercer una buena convergencia con la naturaleza, se ha convertido en causante y cómplice de su destrucción constante. El cambio climático está afectando al planeta tierra donde los desastres naturales ocurren con mayor frecuencia y fuerza que antes. Ante esta situación, el Chef Guillermo Mateos instructor en el Instituto Gastronómico ASPIC comenta:
“Es tiempo de tomar conciencia, a nivel colectivo e individual, y actuar de forma consecuente, tomando en cuenta que cualquier acción individual (por ejemplo, la elección de alimentos) puede ser el granito de arena con el cual la persona contribuye a la preservación del medio ambiente y a la salud pública en general.
Basa tu alimentación en productos de origen vegetal: frutas, verduras, cereales enteros, tubérculos, frutos secos y legumbres. Los alimentos de origen animal pueden formar parte de forma moderada. Planifica la cesta de la compra y no adquieras alimentos en exceso que luego no puedas consumir. Compra producto de temporada y de cercanía, evita los envases superfluos, compra a granel y escoge preferentemente aquellos productos que hacen un uso responsable del embalaje.
Disminuye la producción de desperdicios, es decir, lo que se conoce como huella alimentaria, y aprovecha todo lo aprovechable. Para ello es fundamental invertir algo de tiempo en planificar.”