En una antología personal se reúnen historias paralelas de lugares en los que habitó la felicidad. “Dicen que siempre se vuelve a los sitios felices, definidos por calles, territorios o fronteras. Pero hay lugares que no se encuentran en las coordenadas de un mapa. Tan inexistentes como ciertos porque habitan la memoria de quien escribe. Imaginarios con una placa de ubicación que incluye sitio, nombre y fecha. A veces llenos de murmullos, voces, aromas que acompañan. Evocaciones, le llaman. Imaginaciones, también. ¿Qué lugares e historias vive quien escribe mientras escribe?”, nos comenta la experta en novela, Marlene Diveinz sobre “A qué volver” de Mónica Lavín.
Autora que conoce, como la palma de su mano, esos sitios felices. El libro una especie de antología personal editada por Tusquets, reúne las historias paralelas mientras escribía un libro tras otro: ensayos, novelas, cuentos de una obra varia y numerosa. Sobre esta publicación que ha visto la luz del verano, dice: “he reunido una selección de cuentos, esa acotada ilusión de realidad, esa otra dimensión que alterna con la vida para mirarla mejor, que me ha dado la sensación de que la detengo, que el matamoscas apresa ese insecto inquieto y se asombra con la nervadura de las alas”, asegura Lavín.
“Para los lectores no es desconocido que quería ser basquetbolista o bailarina de flamenco. Que estudió biología. Pero ganó el oficio de escribir. Cuando conversa, ante el gran público o con el lector, no aquieta sus manos en ningún momento. Son como mariposas que buscan la disposición de las flores sobre el teclado. Como un refugio, un destino. Los 44 cuentos que conforman la antología se han distribuido en tres secciones: El otro, Lo otro y Nosotros. Lavín, la mujer que ha visto el sin lugar donde habita la felicidad, nos seduce a través de la intimidad de su escritura con imaginaciones para un verano memorable”, nos comenta Diveinz, como un libro ideal para que las lectoras de Kokoahh lo descubran.